Don Alonso de Ercilla y Zúñiga nació en Madrid, España, el 7 de
agosto de 1533. De origen noble, recibió una esmerada formación
literaria y desde muy joven actuó como paje del que había de ser el rey
Felipe II de España. Con él viajó a Flandes y a Inglaterra. En 1555,
Alonso se embarcó rumbo a Perú con Jerónimo de Alderete con el propósito
de participar en la lucha contra los Araucanos, posteriormente llegó a
Chile en 1557 comandado por García Hurtado de Mendoza luego de la muerte
de Alderete en Panamá. El propio Ercilla puntualiza haber sido el
primero en llegar a las costas chilenas (el 28 de febrero de 1558 a las
dos de la tarde):
"Aquí llegó, donde otro no ha llegado,
don Alonso de Ercilla, que el primero
en un pequeño barco deslastrado,
con solo diez pasó el desaguadero
el año de cincuenta y ocho entrado
sobre mil y quinientos, por Hebrero,
a las dos de la tarde, el postrer día,
volviendo a la dejada compañía".
(Estrofa XXIX, Canto XXXVI de "La Araucana")
El poeta y soldado Ercilla estuvo en el teatro de operaciones de la
Guerra de Arauco en 1557 hasta finales del año siguiente, luego que un
incidente ocurrido en la ciudad de La Imperial, fuera la causa de su
destierro al Perú, ordenado por el gobernador García Hurtado de Mendoza.
La fama de Ercilla como poeta se debe a "La Araucana", uno de los
pilares de la épica castellana. Compuesta en octavas reales y dividida
en tres partes con un total de 37 cantos, la obra ofrece la crónica de
los cruentos enfrentamientos entre araucanos y españoles en tierras de
Chile. Al respecto de este poema decía don Roque Esteban Scarpa, Premio
Nacional de Literatura 1980: "Chile tiene el honor, gracias a don Alonso
de Ercilla y Zúñiga, de ser la única nación posterior a la Edad Media
cuyo nacimiento es cantado en un poema épico como lo fueron España con
el "Poema del Cid", Francia con "La Chason de Roland" o el pueblo
germano con "Los Nibelungos"…
La primera parte del poema consta
de 15 cantos, y narra, como se ha dicho, los comienzos de la conquista
de Chile. Con una descripción del paisaje y del hombre americanos, y con
singular acierto, Ercilla describe las hazañas bélicas que protagonizan
españoles y araucanos, exaltando la bravura de estos últimos en la
defensa de su tierra y su libertad, la obra fue así escrita inicialmente
en el escenario de los hechos que canta:
"… Muchas veces en
cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños
que apenas cabían seis versos, que no me
costó después poco
trabajo juntarlos; y por esto, y por la humildad con que va la obra,
como criada en tan pobres pañales; acompañándola el celo y la intención
con que se hizo, espero será parte para poder sufrir quien las leyere
las faltas que lleva"…
(del Prólogo de don Alonso de Ercilla y Zúñiga)
En el comienzo de cada canto se nota una observación de tipo moral o
filosófico, el empleo de la octava real y la idealización del paisaje y
de los personajes.
Desde su aparición, en 1569, "La Araucana",
costeada por su propio autor, obtuvo éxito, lo que obligó a Ercilla a
preparar la segunda parte en 1578 y, más tarde, en 1589, la tercera
parte. El poema completo con sus tres partes se publicó en Madrid, por
primera vez, en 1590. Valorada desde sus inicios, esta pieza clave del
Siglo de Oro español, aparece ya distinguida en el escrutinio los libros
del Quijote de Miguel de Cervantes, donde es destacada conjuntamente
con "La Austriada" de Juan Rufo y "El Montserrat" de Cristóbal de
Virués.
A diferencia de otros poemas épicos, "La Araucana" no
presenta un protagonista individual, sino colectivo, que unas veces
corresponde al grupo araucano y otras al español. La heroica valentía de
los indígenas impresionó vivamente a Ercilla, quien describió con
brillantez la gallardía de caudillos araucanos tales como Lautaro y
Tucapel.
En 1569 se publicó la primera parte de "La Araucana" con
los quince primeros cantos, compuestos en el escenario de los hechos.
Posteriormente, en 1578 y 1589, aparecieron las dos partes restantes,
cuando el autor, ya establecido en Madrid, había recibido el público
reconocimiento por su edición primera.
Ya casado con doña María
de Bazán y habiendo sido nombrado gentilhombre de la Corte y Caballero
de la Orden de Santiago, don Alonso de Ercilla y Zúñiga, que desde 1580
ejerció como censor de libros por encargo del Consejo de Castilla,
falleció en Madrid el 29 de Noviembre de 1594.
Relación entre las dos obras más
famosas de la literatura española
Cabe destacar en este trabajo la estrecha relación que hay entre la
famosa obra "El Hidalgo Don Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes
y "La Araucana" de Alonso de Ercilla: Sí se observamos las portadillas
de ambas obras, contenidas en esta misma página, podrá observarse que la
primera edición del Quijote fue impresa en Madrid en el año 1605 por
Juan de la Cuesta, el mismo editor que también publicaría, cinco años
después, una de las ediciones de "La Araucana" con sus tres partes.
Agreguemos que en nuestra investigación descubrimos que según don José
Toribio Medina (el más importante biógrafo de Ercilla, sin lugar a
dudas) Ercilla y Cervantes debieron conocerse durante la campaña de
Portugal y las Islas Azores, emprendida por Felipe II entre 1580 y 1583,
en la cual ambos escritores y soldados participaron.
El mejor
poema motivado por la gesta del descubrimiento y conquista de América
fue, sin duda, "La Araucana", de Alonso de Ercilla, una obra llena de
detalles que hacen de ella un poema con dimensiones universales que lo
convierten en el más genuino representante de la épica castellana.
La Araucana expresa la amargura del autor en cuanto a las desventuras
padecidas en su expedición hacia la conquista de Chile. En esta obra se
advierten precedentes clásicos (Virgilio y Lucano). La naturaleza es, en
ocasiones, idealizada por momentos y, en otras ocasiones es tratada con
realismo. En el poema, se reconoce el valor de los araucanos, que
representan el verdadero héroe, por oposición a los españoles, quienes
en ningún caso presentan los rasgos épicos de un Caupolican o un
Lautaro.
La Araucana es la obra que incorpora temas indios a la
literatura en lengua castellana, constituyendo un estupendo ejemplo de
epopeya clásica. Junto a la historia central aparecen, como novedad, una
serie de elementos distintos como historias mitológicas y descripción
de ciudades.
Sus 37 cantos relatan con realismo e imparcialidad
de crónica tanto el heroísmo castellano como el valor y la
inquebrantable voluntad del pueblo aborigen, la temeridad de los
caudillos Lautaro y Caupolican y describe con rara perfección lugares,
costumbres y sentimientos. De los araucanos dice:
"Son de gesto robusto, desgarbados,
Bien formados los cuerpos y crecidos,
Espaldas grandes, pechos levantados,
Recios miembros, de nervios bien fornidos".
De Chile dice:
"Chile, fértil provincia señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa.
La gente que produce es tan granada
tan soberbia, gallarda y belicosa
que no ha sido por rey jamás regida,
ni a extranjero dominio sometida".
A pesar de utilizar una estrofa típicamente renacentista, la octava
real, trata temas que después serán muy frecuentes en la literatura
barroca; la honradez, la fugacidad de la vida y la variabilidad de la
fortuna.
El gran protagonista de esta epopeya es el pueblo
araucano, del que se destacan con enérgicos relieves los caudillos
Lautaro, Tucapel, Rengo, Galbarino, Colocolo (que entusiasmó a Voltaire,
quien lo comparó con Néstor, el más sabio de los griegos según "La
Ilíada"), y especialmente Caupolicán, cuyo suplicio y muerte inspiran a
Ercilla admirables estrofas. El relato es narración fiel a los hechos.
Ercilla tuvo múltiples modelos e inspiradores, pero en general obró
sobre él en forma directa "Orlando" de Ariosto, por quien Ercilla sentía
verdadera pasión. "La Araucana" no alcanza la grandeza poética del
"Orlando" ni el carácter de grandiosa epopeya nacional de "Los Lusiadas"
de Camoens, pero tiene momentos de grandiosa eficacia poética. Esta
obra está dedicada al rey Felipe II.Alonso de Ercilla
La Araucana (fragmento)
" Mancháis la clara estirpe y descendencia,
y engerís en el tronco generoso
una incurable plaga, una dolencia,
un deshonor perpetuo, ignominioso.
Mirad de los contrarios la impotencia,
la falta del aliento y el fogoso
latir de los caballos, las ijadas
llenas de sangre, y de sudor bañadas.
y engerís en el tronco generoso
una incurable plaga, una dolencia,
un deshonor perpetuo, ignominioso.
Mirad de los contrarios la impotencia,
la falta del aliento y el fogoso
latir de los caballos, las ijadas
llenas de sangre, y de sudor bañadas.
No os desnudéis del hábito y costumbre
que de nuestros abuelos mantenemos,
ni el araucano nombre de la cumbre
a estado tan infame derribemos.
Huid el grave yugo y servidumbre,
al duro hierro osado pecho demos.
¿Por qué mostráis espaldas esforzadas
que son de los peligros reservadas?
que de nuestros abuelos mantenemos,
ni el araucano nombre de la cumbre
a estado tan infame derribemos.
Huid el grave yugo y servidumbre,
al duro hierro osado pecho demos.
¿Por qué mostráis espaldas esforzadas
que son de los peligros reservadas?
Fijad esto que digo en la memoria;
que el ciego y torpe miedo os va turbando:
Dejad de vos al mundo eterna historia,
vuestra sujeta patria libertando.
Volved, no rehuséis tan gran vitoria;
que os está el hado próspero llamando.
A lo menos fijad el pie ligero:
veréis cómo en defensa vuestra muero.
que el ciego y torpe miedo os va turbando:
Dejad de vos al mundo eterna historia,
vuestra sujeta patria libertando.
Volved, no rehuséis tan gran vitoria;
que os está el hado próspero llamando.
A lo menos fijad el pie ligero:
veréis cómo en defensa vuestra muero.
En esto una nervosa y gruesa lanza
contra Valdivia, su señor, blandía;
dando de sí gran muestra y esperanza,
por más los persuadir, arremetía;
y entre el hierro español así se lanza,
como con gran calor en agua fría
se arroja el ciervo en el caliente estío
para templar el sol con algún frío.
contra Valdivia, su señor, blandía;
dando de sí gran muestra y esperanza,
por más los persuadir, arremetía;
y entre el hierro español así se lanza,
como con gran calor en agua fría
se arroja el ciervo en el caliente estío
para templar el sol con algún frío.
De sólo el primer bote uno atraviesa,
otro apunta por medio del costado,
y aunque la dura lanza era muy gruesa,
salió el hierro sangriento al otro lado.
Salta, vuelve, revuelve con gran priesa,
y barrenando el muslo a otro soldado,
en él la fuerte pica fué rompida,
quedando un grueso trozo en la herida.
Rota la fiera asta, luego afierra otro apunta por medio del costado,
y aunque la dura lanza era muy gruesa,
salió el hierro sangriento al otro lado.
Salta, vuelve, revuelve con gran priesa,
y barrenando el muslo a otro soldado,
en él la fuerte pica fué rompida,
quedando un grueso trozo en la herida.
del suelo una pesada y dura maza.
Mata, hiere, destronca y echa a tierra,
haciendo en breve espacio larga plaza.
En él se resumió toda la guerra;
cesa el alcance y dan en él la caza.
Mas él aquí y allí va tan liviano,
que hieren, por herirle, el aire vano. "
http://www.epdlp.com/texto.php?id2=2475 http://html.rincondelvago.com/la-araucana_alonso-de-ercilla…
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