Giuseppe Tartini fue un importante compositor y violinista del Barroco.
Nació el 8 de abril de 1692 en Pirán, que entonces pertenecía a la
República de Venecia y actualmente pertenece a Eslovenia. Siendo muy
joven, inicia una relación con Elisabetta Premazore, pero su padre la
desaprueba por su edad y por su condición social, así que Tartini no se
casa con ella hasta la muerte de su progenitor en 1710. El problema es
que Premazore era la favorita del Cardenal Carnaro, quien acusa a
Tartini de secuestro, por lo que el futuro violinista huye al convento
de San Francisco en Asís para evitar ser detenido. Es precisamente en
Asís donde Tartini aprende a tocar el piano.
A lo largo de los
años mejoró mucho su técnica y, en 1721, fue nombrado maestro de capilla
en Il Santo de Padua y, debido a su alto cargo, también pudo tocar para
otras instituciones muy importantes. En 1726 fundó una escuela de
violín con alumnos que provenían de toda Europa y, a partir de 1750, se
dedicó a escribir tratados hasta su muerte, el 26 de febrero de 1770.
Pero, ¿cuándo se empezó a gestar su leyenda? Se dice que Tartini
escuchó tocar a Francesco Maria Veracini en Venecia, en el año 1712, y
quedó muy impresionado por lo que escuchó, pero a la vez frustrado, ya
que él era incapaz de tocar como Veracini. Así que se fue a Ancora y se
encerró en un cuarto a practicar, y el propio Tartini dejó escrita su
leyenda:
"Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con
el Diablo por mi alma. Todo salió como yo quería: mi nuevo sirviente
anticipó todos mis deseos. Entre otras cosas, le di mi violín para ver
si podía tocar. ¡Cuán grande fue mi asombro al oír una sonata tan
maravillosa y tan hermosa, interpretada con tanto arte y la
inteligencia, como yo nunca había pensado en mis audaces vuelos de la
fantasía! Me sentí extasiado, transportado, encantado: el aliento me
falló y me desperté. Inmediatamente agarré mi violín con el fin de
conservar, al menos en parte, la impresión de mi sueño. ¡En vano! La
música que yo en este momento compuse es sin duda la mejor que he
escrito, y todavía lo llaman "El trino del Diablo", pero la diferencia
entre ésta y la que me conmovió es tan grande que habría destruido mi
instrumento y habría dicho adiós a la música para siempre si hubiera
tenido que vivir sin el goce que me ofrece".
Probablemente la
leyenda fuera un ardid publicitario para impulsar la carrera de Tartini
pero, con pacto o sin él, sí es cierto que el violinista mejoró su
técnica de manera notable en poco tiempo y también es cierto que "El
trino del Diablo" fue su mejor composición.
En cuanto al violín
con el que supuestamente tocó el Diablo, fue heredado por las siguientes
generaciones del músico hasta que, en un momento dado, se le perdió la
pista y empezó a pasar de mano en mano. Se dice que el violín sigue
circulando por algún lugar del mundo y que si éste cae en manos de un
joven violinista, el Diablo se le aparecerá para ofrecerle un pacto, que
terminará por volver loco al músico, y es que tradicionalmente, siempre
se ha considerado al violín como el instrumento del Diablo.
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