El romacede doña Alda es un romance carolingio, es decir, basado en un
cantar de gesta francés, en concreto en el "Cantar de Roldán" (poema
épico del siglo XI, probablemente), que narra la batalla de
Roncesvalles, en la que muere el valeroso caballero sobrino de
Carlomagno. A este episodio, uno de los fragmentos más significativos
del gran cantar épico francés, hace alusión este romance (composición,
como el cantar de gesta, de transmisión oral) se caracteriza por la aparición del elemento maravilloso en el sueño de doña Alda, esposa de Roldán.
Se
conserva una versión del romance en el Cancionero de 1550. Es aún
tradicional entre los judíos de Tánger, Tetuán, Salónica, Larisa, Rodas,
etc., y a estas versiones pertenece el último par de versos, sin duda
primitivo. Se ha creído que nuestro romance se inspiraba en la bellísima
y breve estrofa de la Chanson de Roland relativa a la muerte de doña
Alda, pero en realidad el romance no conoció el poema francés, sino una
gesta española derivada de refundiciones francesas, en las cuales la
muerte de Alda se contaba en muy diluidos episodios de tono
melodramático. Por esto es un mérito exclusivo del romance español el
haberse elevado por sí solo a la más sobria poesía y a la más honda
emoción, comparable a la del viejo poema francés, aunque sin tener con
éste ningún detalle en común.
ROMANCE DE DOÑA ALDA
En París está doña Alda
la esposa de don Roldán,
trescientas damas con ella
para bien la acompañar:
todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían de un pan,
sino era sola doña Alda,
que era la mayoral.
Las ciento hilaban oro,
las ciento tejen cendal,
las ciento instrumentos
[tañen,
para doña Alda holgar.
Al son de los instrumentos
doña Alda adormido se ha:
ensoñado había un sueño,
un sueño de gran pesar.
Recordó despavorida
y con un pavor muy grand,
los gritos daba tan grandes
que se oían en la ciudad.
Allí hablaron sus doncellas,
bien oiréis lo que dirán:
-¿Qué es aquesto, mi
[señora?
¿quién es el que os hizo
[mal?
-Un sueño soñé,
[doncellas,
que me ha dado gran pesar;
que me veía en un monte
en un desierto lugar:
de so los montes muy altos
un azor vide volar,
tras dél viene una aguililla
que lo ahínca muy mal.
El azor con grande cuita,
metióse so mi brial;
el águila con grande ira
de allí lo iba a sacar;
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshaz.
Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:
-Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar;
el azor es vuestro esposo,
que viene de allen la mar;
el águila sedes vos,
con la cual ha de casar,
y aquel monte es la iglesia
donde os han de velar.
-Si así es, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día de mañana
cartas de fuera le traen;
tintas venían de dentro,
de fuera escritas con
[sangre,
que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.
DE LA MUY CANTADA BATALLA DE RONCESVALLES
De
las dos formas con que este romance fue recogido de la tradición en el
siglo XVI, es preferible la más extensa, que es la más antigua, la más
épica. Refleja muy fielmente los versos de un poema español del siglo
XIII sobre Roncesvalks, el cual era una imitación muy libre y muy
españolizada de la Chanson de Roland francesa.
Ya comienzan los franceses
con los moros su batalla,
y los moros eran tantos,
resollar no les dejaban.
Allí dijo Baldovinos,
oiréis bien lo que hablaba:
- ¡Ay, compadre don Beltrán,
mal nos va en esta jornada!
De la sed de mis heridas
a Dios quiero dar el alma;
cansado traigo el caballo,
más el brazo del espada.
Roguemos a don Roldán,
que una vez su cuerno taña,
oír lo ha el Emperador
que allende el puerto cabalga;
más nos valdrá su socorro
que toda nuestra sonada.
Oído lo ha don Roldán
en las batallas do andaba.
—No me lo roguéis, mis primos,
que ya rogado me estaba;
mas rogadlo a don Reinaldos
que a mí no me lo retraiga;
ni me lo retraiga aquí,
ni me lo retraiga en Francia,
delante el Emperador,
estando comiendo a tabla,
pues más quiero yo ser muerto
que sufrir tal sobarbada.
¡Oh, malhaya los franceses
de Francia la muy nombrada,
que por tan pocos moriscos
el cuerno tocar mandaban!
Ya desmayan los franceses,
ya comenzaban de huir.
¡Oh, cuán bien los esforzaba
ese Roldán paladín!
- ¡Vuelta, vuelta los franceses
con corazón a la lid;
más vale morir por buenos
que deshonrados vivir!
Volviendo van los franceses
con corazón a la lid;
tantos matan de los moros
que no se puede decir.
Por Roncesvalles arriba
huyendo va el rey Marsín,
caballero en una cebra,
no por mengua de rocín;
la sangre que de él corría
las yerbas hace teñir;
las voces que él iba dando
al cielo quieren subir:
- Reniego de ti, Mahoma,
y de cuanto te serví;
hícete cuerpo de plata,
pies y manos de marfil
y por más te honrar, Mahoma,
cabeza de oro te fiz;
sesenta mil caballeros
a ti te los ofrecí;
mi mujer Abraima, mora,
ofrecióte quince mil;
de todos éstos, Mahoma,
tan solo me veo aqui
cual es la voz del narrador?
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