Ibn Zaydūn (1003-1070) tiene unas
características semejantes a la de su contemporáneo Ibn
Šuhayd, del que sólo le separa
una vida más larga, pero igualmente intensa. Es el creador, en
al-Andalus, de un tipo de elegía que si tiene precedentes en el
nasīb, recreada en el
neoclasicismo por al-Bu turī, por ejemplo, inicia una sobriedad serena en
el verso, sin términos conceptistas, con figuras retóricas
sencillas, como en una depuración del modernismo. El tema de las
elegías son los amores y los lugares perdidos, la juventud que se aleja.
Es famosa su elegía a la princesa Wallāda, con la que tuvo unos turbulentos amores,
en el marco de las ruinas de Medinazahara, poema extraordinariamente traducido
por Emilio García Gómez: |
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Es muy interesante la que a continuación traducimos
porque además utiliza un poema estrófico, rompiendo la rima
única de la casida, en estrofas de cinco versos, es decir lo que llama
la retórica árabe un
tajmīs. Escribió
el poema en la cárcel, adonde le habían conducido intrigas
palaciegas y sus amores con Wallāda. Poco después huiría a
Sevilla:

| Aspiro, del céfiro, su aura perfumada |
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| que me recuerda, del amor, el deseo; |
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| brilla un instante el fulgor de un
relámpago |
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| y brotan, a su conjuro, las lágrimas. |
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| ¿Puede, quien amó con locura, no romper
en llanto? |
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| ¡Amigos míos! Excusada está mi
impaciencia; |
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| si paciente pudiera ser, por mi buen natural
sería; |
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| si es desgracia lo que hoy nos depara la suerte, |
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| bebamos hoy y mañana nos preocuparemos. |
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| No es prodigio sino cualidad del alma noble. |
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| Las noches son arqueros que saetean desgracias; |
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| los mensajeros del destino me engañan, |
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| mis días paso con mentidas ilusiones |
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| y llego a la noche, con la lentitud de las
estrellas. |
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| El astro más lento es aquel que, de noche,
vela. |
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| ¡Oh Córdoba la bella! ¿No eres
tú mi ansia? |
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| ¿No está mi corazón gritando por
tu lejanía? |
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| ¿Volverán alguna vez tus afamadas
noches? |
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| La belleza era tu rostro, el placer, tu
oído, |
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| toda la dulzura del mundo, tu morada. |
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| ¿No es asombroso que pueda vivir lejos de
ti? |
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| Como si pudiera olvidar el aroma de tus calles, |
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| como si no estuviese separado de tus linderos, |
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| como si no fuese mi cuerpo criatura de tu polvo, |
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| como si me rodeasen los muros de mis lares. |
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| Tus días son claros, tus noches serenas, |
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| tu tierra es aurora, tus ramas de vino, |
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| tu suelo ropaje, tu cielo un desnudo, |
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| tu aroma arrayán y sosiego del alma; |
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| tu sombra acogedora colma los deseos. |
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| ¿Acaso olvidaste el tiempo de ocio en las
Cuestas, |
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| la vida regalada en la Ru āfa |
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| mis estancias en la
Ŷa‘fariyya. |
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| ¡Qué lugares para el alma, jardín
y agua, |
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| qué lugares para la juvenil locura! |
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| ¡Cuántas fiestas y tertulias en el
Barranco, |
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| junto a los arriates donde miraban los narcisos; |
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| valle con aura, lugar de deseos y ansias, |
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| aún nublado, se soleaba por el resplandor del
vino |
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| que aparecía refulgente en la copa! |
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| Nos reunimos en la Fuente del panal, allí
empezamos, |
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| volvimos luego y aún fue mejor; |
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| allí llevaron a la novia del placer,
hurí de esbelto talle, |
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| dulce sonrisa, mejilla de rosa, |
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| de manos alheñadas con el vino. |
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| ¡Cuántas veces cruzamos el Puente, |
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| al palacio del Cristiano, entre colinas blancas! |
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| Pasábamos a la playa en la orilla del
río, |
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| donde juguetean los vientos y esparcen los
perfumes |
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| de las flores que allí crecen entre
cañas cimbreantes! |
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| ¡Qué hermosos días que se
fueron |
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| en el aljibe de la noria o en el palacio de Nā i , |
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| mientras el viento soplaba en los arroyos, |
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| rizando la superficie del agua en las acequias, |
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| y el sol hacía brillar su lanza enrojecida! |
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| ¡Qué amable Azahara, la de la bella vista, |
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| con su aura suave como suspiro, de diamantina pureza! |
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| Basta un atisbo de su belleza para admirarla, |
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| jardín del Edén, río del
Paraíso, |
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| con sólo mirarla la vida se alarga. |
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| Son lugares donde lloro el amor perdido, |
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| más tierno y fresco que la rosa de jardín; |
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| allí nos vestimos el ropaje nuevo y bordado del
amor; |
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| fuimos para el placer ejército poderoso, |
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| nuestro aliado era el perdón, nuestro enemigo el
vigía; |
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| la temprana primavera los vistió con brocado |
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| allí llegaron vientos suaves y húmedos, |
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| sus hijos nacieron dulces de carácter. |
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| Todavía nosotros, mañana y tarde, |
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| mandamos saludos a aquellos lugares. |
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| ¡Oh amigos míos, a dónde hemos
llegado! |
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| No hay principio al que el fin no siga. |
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| Miro cómo contentar a la suerte, |
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| pero la fortuna es adversa y la miseria llega, |
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| dicen que acaba, pero el odio sigue. |
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| Me fui porque la libertad era oprimida; |
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| intenté consolarme cuando estaba triste, |
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| pero siguió desesperado mi corazón, |
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—85→
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| pues un país donde soy despreciado, es
despreciable |
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| y no estoy dispuesto a envilecerme. |
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| Los enemigos no lograrán borrarme con la
cárcel, |
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| pues he visto al sol oculto entre las nubes. |
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| No soy sino sable oculto en su vaina, |
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| león en su cueva, sacre en su nido |
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| o almizcle en su saquillo. |
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| Mi vida se hundió, por diversos devaneos, |
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| al ir hacia vuestros nobles pechos, |
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| de plata, perlas y oro; |
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| rivaliza la luna con las estrellas, |
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| sabiendo que ella es más bella y brillante. |
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| Estoy triste, sin alegría: el vino se avinagra; |
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| no puedo tocar las cuerdas aunque suenen dulcemente, |
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| no dejo de suspirar, aunque me censuren, |
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| no encuentro otro consuelo, lejos de vosotros, |
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| que la llegada de vuestras noticias esporádicas. |
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| Recibid mi alabanza por los días que pasaron
dulcemente, |
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| cuando me alegré con vosotros en un mundo bello y
frívolo, |
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| que está libre de reproches y aburrimiento. |
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| ¡Continuad siendo mis protectores, |
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| para que las viñas de los deseos crezcan
libremente!78 |
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Las elegías de Ibn Zaydūn crearán escuela y volveremos a ver
poemas de este tipo que cantan desde la lejanía al amor y la patria
perdida.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/literatura-hispanoarabe--0/html/ff53f93e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_33.html
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