Un año después de la publicación de los Cuadros mussorgskianos, en 1887, Rimski-Kórsakov daba forma a su obertura de
concierto sobre temas litúrgicos, Op. 36, La Gran Pascua Rusa. Cuya composición concluiría al año siguiente.
A similitud de Stravinski en La Consagración de la Primavera,
Rimski-Kórsakov extrajo
abundante inspiración de los antiguos ritos paganos. El título y las
raíces de la obertura Op. 36, compuesta sobre temas del obikhod
-colección de cantos de la Iglesia Ortodoxa Rusa-, pueden
sugerir una obra de profundo sustento religioso, pero fue el
carácter esencialmente pagano del regocijo popular durante la Pascua, lo
que realmente el compositor trató de expresar en su música.
Hace hincapié sobre este punto en su autobiografía, cuando se
propone el análisis de la obra: "En la lenta introducción de la obertura de Pascua de Resurrección, sobre dos
temas de cantos litúrgicos -Dios resucitará y El ángel habló-
tuve siempre presente la antigua profecía de Isaías sobre la
resurrección de Cristo. El sombrío
colorido del Andante lúgubre pinta al Santo Sepulcro que irradia
inefables destellos a partir del momento de la resurrección. El comienzo
del Allegro conduce al ambiente festivo de la Misa de
Gallo rusa, en la noche de Pascua de Resurrección. El solemne sonido
de la trompeta, de la voz angélica, es sustituido por el alegre toque
de las campanas de carácter casi bailable, que es
seguido a su vez, por el rápido salmodiar del diácono y el pausado
pregón de la buena nueva del Evangelio entonado por el sacerdote. La
cantinela litúrgica Cristo ha resucitado
-tema secundario de la obertura-, parece iluminada por el sonido de
las trompetas y campanas, quedando fundidos en la obra los recuerdos del
remoto tiempo de los Profetas y el sublime mensaje del
Evangelio, con la imagen de la misa rusa de Pascua de Resurrección y
su alegría pagana. ¿No creéis que la danza del Rey David ante el Arca
trae el recuerdo de las ceremonias de los idólatras? ¿No
es posible acaso, bailar al son del carrillón de los campanarios
rusos? Este aspecto pagano y legendario de la fiesta de Resurrección,
fue el que quise imitar en mi obertura. Por eso supliqué al
Conde Golenischtscheff que redactase el programa en forma poética,
más Resurrección y la misa correspondiente; dejé que las notas hablasen
por mí -Consisten éstas en la transcripción de dos
pasajes de la Biblia -Salmos 68, 1-2 y San Marcos, 16, 1-6, seguidos
de las palabras del compositor-. Es probable que esas tonalidades
reflejen fielmente mis sentimientos e ideas, aunque gran
parte del público quede en ayunas, no obstante la claridad ejemplar
de mi música. Para comprender la obertura es preciso haber presenciado
al menos una vez, la Misa del Gallo rusa, no en un
oratorio sino entre la multitud, en una catedral, donde celebran
simultáneamente la misa numerosos sacerdotes y diáconos. Mis impresiones
datan de la infancia, del tiempo del convento de
Tijvin."
La
obertura -una de las obras más brillantes y emocionantes del repertorio
sinfónico ruso- está instrumentada para amplio
conjunto, incluyendo campanas, triángulos, platillos, gong y arpa.
Sin embargo, la orquestación es siempre transparentemente clara y
denota, en su totalidad, la mano de un maestro. Nacen aquí
puntos en común con la orquestación de Ravel de los Cuadros de una exposición, pues el músico francés arrebató a la paleta deslumbrante del ruso, el colorido de los timbres y el
virtuosismo instrumental.
La Gran Pascua Rusa, marca la culminación con
Sheherazade y el Capricho español, sus contemporáneas, del período rimskiano 1880-1888 -iniciado con la ópera La Doncella de
Nieve- en que el estilo orquestal, libre de influencias
wagnerianas, alcanza extraordinario grado de virtuosismo y brillante
colorido.
http://www.refinandonuestrossentidos.com/nikol%C3%A1i-andr%C3%A9yevich-rimski-k%C3%B3rsakov/obertura-la-gran-pascua-rusa-op-36/
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