El compositor Jacinto Guerrero Torres. Se
inició en la música en su pueblo y desde 1904 en Toledo donde fue seise
en la catedral y un “todoterreno” como intérprete, pues tocó
instrumentos de viento, piano, órgano y violín, hasta que la composición
de un HIMNO A TOLEDO propició la concesión de una beca y su traslado a
Madrid en 1914. Fue violinista de la orquesta de Teatro Apolo y esto le
sirvió para adquirir experiencia teatral y relaciones. Ha sido, junto
con Alonso, un músico dotado para logros más importantes pero tentado
por el triunfo fácil que le hizo compartir producción de obras muy
dignas con otras arrevistadas o directamente revistas, causando con ello
daño a la zarzuela.
Tras una serie de vicisitudes,el éxito ha acompañado a esta obra, tanto en sus representaciones
íntegras como en los recitales en que se han interpretado o grabado
alguno de sus más
Cuenta Adame que, dado por terminado su trabajo, se reunieron compositor y libretistas en el Guría de San Sebastián con Pepe Lamorena, natural de Navalcarnero y entusiasta de la escena y este último oyendo lo que oyó, “entró” tanto en situación que entonó una canción talaverana “por si le podía valer de algo a Jacinto”, y tanto que le sirvió, pues se convirtió en el famosísimo número de las lagarteranas. También amartilla Adame la opinión de Arnau sobre el tenor del estreno al considerarlo una excepción en el triunfo del estreno al estar “desafortunadísimo hasta el punto de haber podido poner en peligro el felicísimo resultado, de no haber sido tan claro el favor del público desde los primeros momentos”.
Cuenta Adame que, dado por terminado su trabajo, se reunieron compositor y libretistas en el Guría de San Sebastián con Pepe Lamorena, natural de Navalcarnero y entusiasta de la escena y este último oyendo lo que oyó, “entró” tanto en situación que entonó una canción talaverana “por si le podía valer de algo a Jacinto”, y tanto que le sirvió, pues se convirtió en el famosísimo número de las lagarteranas. También amartilla Adame la opinión de Arnau sobre el tenor del estreno al considerarlo una excepción en el triunfo del estreno al estar “desafortunadísimo hasta el punto de haber podido poner en peligro el felicísimo resultado, de no haber sido tan claro el favor del público desde los primeros momentos”.
SINOPSIS....
En la imperial ciudad de Toledo, y a principios del siglo XVII, sitúan
sus autores la acción de esta zarzuela. Sobre el mismo marco que el
inmortal Miguel de Cervantes imaginara para su obra «La ilustre fregona»
han urdido Reoyo y Luca de Tena una trama ingeniosa y llena de
originalidad. Plazuela en la que se encuentra enclavada la espadería de
maese Andrés Munestein. Es su cliente Juan Luís, un joven pintor de la
corte, que tiene el encargo del rey para que pinte una Virgen Inmaculada
con destino al Real Oratorio. El artista espera encontrar en Toledo la
modelo que le sirva para realizar su obra. Conoce a Raquel, mujer de
belleza extraordinaria e hija de maese Andrés Munestein. Efectivamente,
queda prendado de su belleza; es la mujer que busca para su cuadro. El
conde don Diego, aprovechando la salida de la joven Raquel de su casa,
camino de la iglesia, la hace su prisionera, llevándosela al Mesón del
Sevillano, en espera de la ocasión para sacarla de la ciudad. El rapto
de Raquel llena de indignación a Juan Luís, que está enamorado de ella.
Constancica, moza del mesón, pone al corriente a Rodrigo, criado de Juan
Luís, de todo lo que sabe respecto a la situación de Raquel: don Diego y
sus secuaces preparan la fuga, huirán de la ciudad llevándose a su
víctima. La llegada al mesón de un fraile encargado de transportar en
una acémila varios hábitos con destino a su convento, le da la idea a
Rodrigo de robar uno y disfrazarse de religioso para no despertar
sospechas... La figura de Miguel de Cervantes está presente en el mesón
como huésped. Confunde a Constancica con una gran señora disfrazada de
fregona, y al darse cuenta de su error, surge en su mente la idea de
escribir, como así lo hizo, su novela ejemplar. El pobre Rodrigo es
descubierto por el conde y sus hombres, quienes se disponen a apalearle.
Es en este momento cuando la justicia llama a la puerta del mesón. Los
bandidos se ven descubiertos, y es Rodrigo quien les promete salvarles
si le indultan del apaleamiento. Ellos acceden y Rodrigo les hace que se
disfracen también de frailes. Así lo hacen, y cuando penetran los
corchetes en el mesón, se encuentran con los cinco religiosos, falsos
por supuesto, que se disponen a mortificarse como es costumbre en ellos,
según indica Rodrigo, quien, cogiendo un vergajo, va atizando
vergajazos a uno y otro aventurero, incluido don Diego, hasta hacerles
ver las estrellas. Cuando ya se ha cansado de pegar, la entrada de Juan
Luís hace ver toda la verdad a los representantes de la ley, que se
llevan detenidos a los malhechores. Raquel y Juan Luís ya no se
separarán jamás. El pintor hará su obra más completa: pintará el cuadro
que el monarca le encargó, pondrá todo su arte al servicio de los deseos
reales... y se quedará con el modelo para siempre. El huésped del mesón
del Sevillano observa y capta la felicidad de unos y otros y su mente
comienza a trabajar: se está incubando una de las más grandes obras
literarias que escribiera el Príncipe de los ingenios.
Esta famosa zarzuela de Guerrero, llena de momentos musicales que pasaron enseguida al acervo popular como piezas independientes, se inicia con un preludio hecho según los mejores patrones del género, en donde alternan los momentos graves construidos sobre melodías tocadas al unísono y los momentos de farándula. Pronto se introduce el coro que permite a Ginesa cantar “Igual que mi cantarillo” en un acto de presentación no exento de lirismo, hecho de las voces de solista y coro entrecruzadas. A continuación oímos el famoso canto “Fiel espada triunfadora” convertido en piedra de toque de cantantes españoles, basado en una melodía muy rítmica en la que la orquesta marca los tiempos fuertes y el coro da el contrapunto necesario para que el solista reinicie la canción. Un aire grave introducido por la campana da pie para la romanza de la soprano “Cuando el grave sonar de la campana” que luego deviene en dúo con el tenor que alterna con la soprano el decir la frase “Castellana, toledana”, usada como estribillo que irá apareciendo a lo largo del desarrollo dramático y que está hecho de temas populares muy cercanos a la jota. Asistimos luego al brioso dúo de soprano y tenor “Insolente presumido” que luego se serena con la frase “Moza la toledana”. Llegamos a uno de los brillantes números cómicos de la obra, el pasacalle de lindos y feos “No me seas esquivo” simpatiquísimo tanto por la situación como por la música. Y finaliza el acto con un número en que se “masca la tragedia” que se avecina y presiente. En el segundo acto, tras una sugerente introducción, nos damos de lleno con el coro de lagarteranas “Corred más” un tipo de melodía popular de las que tanto y con tan buena mano usó Guerrero. Sigue otro delicioso número cómico entre tiple y tenor cómicos “Si tu fueras pastora” en que asimismo se retoman los temas populares. La romanza dramática de la soprano “La pena me hace llorar” sirve de nexo con otro número explosivo de raíz popular, una chacona “El brío y la ligereza”. Y ya en la cuesta debajo de la zarzuela escuchamos otro de sus números famosos, la romanza de tenor “Mujer de los negros ojos” con la que prácticamente termina la acción, aunque todavía queda tiempo para un recitado evocador y un tiempo de seguidilla popular.
Esta famosa zarzuela de Guerrero, llena de momentos musicales que pasaron enseguida al acervo popular como piezas independientes, se inicia con un preludio hecho según los mejores patrones del género, en donde alternan los momentos graves construidos sobre melodías tocadas al unísono y los momentos de farándula. Pronto se introduce el coro que permite a Ginesa cantar “Igual que mi cantarillo” en un acto de presentación no exento de lirismo, hecho de las voces de solista y coro entrecruzadas. A continuación oímos el famoso canto “Fiel espada triunfadora” convertido en piedra de toque de cantantes españoles, basado en una melodía muy rítmica en la que la orquesta marca los tiempos fuertes y el coro da el contrapunto necesario para que el solista reinicie la canción. Un aire grave introducido por la campana da pie para la romanza de la soprano “Cuando el grave sonar de la campana” que luego deviene en dúo con el tenor que alterna con la soprano el decir la frase “Castellana, toledana”, usada como estribillo que irá apareciendo a lo largo del desarrollo dramático y que está hecho de temas populares muy cercanos a la jota. Asistimos luego al brioso dúo de soprano y tenor “Insolente presumido” que luego se serena con la frase “Moza la toledana”. Llegamos a uno de los brillantes números cómicos de la obra, el pasacalle de lindos y feos “No me seas esquivo” simpatiquísimo tanto por la situación como por la música. Y finaliza el acto con un número en que se “masca la tragedia” que se avecina y presiente. En el segundo acto, tras una sugerente introducción, nos damos de lleno con el coro de lagarteranas “Corred más” un tipo de melodía popular de las que tanto y con tan buena mano usó Guerrero. Sigue otro delicioso número cómico entre tiple y tenor cómicos “Si tu fueras pastora” en que asimismo se retoman los temas populares. La romanza dramática de la soprano “La pena me hace llorar” sirve de nexo con otro número explosivo de raíz popular, una chacona “El brío y la ligereza”. Y ya en la cuesta debajo de la zarzuela escuchamos otro de sus números famosos, la romanza de tenor “Mujer de los negros ojos” con la que prácticamente termina la acción, aunque todavía queda tiempo para un recitado evocador y un tiempo de seguidilla popular.
http://lazarzuela.webcindario.com/RES/r_elhuesped.htm
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