Rachmaninov compuso su Rapsodia sobre un tema de Paganini en
el espacio de cuarenta y seis días, entre el 3 de julio y el 18 de
agosto de 1934. La obra fue estrenada por la Orquesta de Filadelfia y el
compositor al piano,
bajo la dirección de Leopold Stokowski, en noviembre de aquel año. Un
mes después, los mismos intérpretes efectuaron la primera grabación
discográfica de esta partitura
que, nacida para la sala de conciertos, fue pronto objeto de una
versión coreográfica, debida a Michael Fokine a partir de unos cuadros
supuestamente inspirados en episodios de la vida de Paganini.
La Rapsodia se sirve como base temática del Capricho en la menor perteneciente al libro de 24 caprichos para violín solo de Paganini, aunque también se refiere al motivo del Dies irae de la Misa de difuntos. Este tema, presente en obras anteriores de Rachmaninov (así, en el poema sinfónico La isla de los muertos y en la Sinfonía nº 1), constituye uno de los más obsesivos Leitmotivs para
el autor ruso, a quien la idea de la muerte acompañó a lo largo de toda
su vida. Puede afirmarse, como recientemente ha hecho Stephen Johnson,
que el motto de Rachmaninov fue siempre “Media vita in norte sumus” (“A
la mitad de la vida estamos ya muertos”). Ello explica por qué, incluso
en los pasajes de mayor vitalidad, la música de Rachmaninov tiene
siempre algo de morbosa melancolía, no como simple prolongación del
romanticismo ya pretérito.
La Rapsodia combina
admirablemente la forma variación con la más libre a que alude su
título. Como primera innovación, el “tema” aparece sólo luego de un
exordio de 18 compases, que en sí mismo constituye ya la primera
variación. En ella se nos anticipa la célula melódica, que los violines
al unísono expondrán completa, con leves subrayados al piano. Las
variaciones 2 a 5 reparten el tema entre el piano, las cuerdas y las
maderas. La variación 6 ofrece un carácter rapsódico. En la nº 7 se
relaciona el tema de Paganini con el Dies irae, tema que domina en la variación 10 en oposición al principal. La nº 11 es una cadenza para el piano. En la nº 14 se evoca el ritmo enérgico de una polonesa chopiniana.
Desde
la variación 16ª la atmósfera se vuelve más íntima, para culminar en la
nº 18 en un clima de apasionado lirismo, con la inversión del tema de
Paganini en forma de canción. El último grupo de variaciones retoma la
brillantez del principio y combina desde el género toccata (variación 19) y el moto perpetuo (variación
20) hasta el gran final de concierto (variación 34), en el cual los dos
temas principales son tratados en paralelo, dentro de un deslumbrante
despliegue sonoro, tanto para el solista como para la orquesta.
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