Nació en el seno de una familia de
hidalgos de origen judío. Su bisabuela había sido reconciliada en un
auto de fe celebrado en Cuenca. Su padre, Lope de León, ejerció de
abogado en la Corte, y en 1541 fue nombrado oidor en la Chancillería de
Granada. Hasta los catorce o quince años vivió en casa de su padre en
Madrid y en Valladolid. En 1541 entró en el convento de San Agustín en
Salamanca, donde profesó tres años más tarde. Siguió el curso normal de
los estudiantes de la Orden, aunque hay una interrupción, por causa
desconocida, entre 1551 y 1552. Por ello siguió sus estudios en Alcalá,
donde se matriculó en 1556, y donde permaneció dieciocho meses. Allí fue
discípulo del hebraísta Cipriano de la Huerga y condiscípulo de Arias
Montano. En 1556 estuvo como lector en un convento de Soria. En 1558 se
graduó de bachiller en Toledo y en 1560 recibió el grado de Licenciado y
de maestro en Teología en la Universidad de Salamanca. En 1561 obtuvo
la cátedra de Teología Escolástica en Salamanca, en una reñida oposición
con los dominicos. Un año más tarde murió su padre en Granada. En 1561,
a instancias de una monja, Isabel de Osorio, tradujo el Cantar de los cantares.
Un año después tuvo que declarar ante la Inquisición de Valladolid
sobre un libro que le había prestado Arias Montano. En 1565 consiguió la
cátedra de Teología Escolástica y Sagrada Escritura.
Fray Luis
fue denunciado a la Inquisición en 1570 a causa de una lección acerca
del matrimonio, aunque la denuncia no tuvo mayores consecuencias. Un año
más tarde fue denunciado por el fraile Medina, junto a Grajal y
Martínez Cantalapiedra, como sospechosos de herejía; los tres fueron
arrestados en 1572. Fray Luis fue encarcelado en Valladolid, acusado de
haber criticado la Vulgata, de haber traducido el Cantar de los cantares y de haber mantenido opiniones novedosas acerca del sentido de las Escrituras.
Permaneció en prisión hasta el mes de diciembre de 1576, sometido a
completo aislamiento. Durante este encarcelamiento, fray Luis se dedicó a
esbozar algunas de sus obras en prosas y a escribir parte de sus
poesías.
Salido de la cárcel, tras haber sido considerado
inocente, volvió a Salamanca, donde tomó en 1577 posesión de la cátedra
de Escritura. En 1579 obtuvo, en disputa con fray Domingo de Guzmán,
hijo de Garcilaso de la Vega, la cátedra de estudios bíblicos. A partir
de aquí se dedicó a sus clases y a la publicación de sus obras: en 1580
publicó In cantica canticorum, versión latina del Cantar de los cantares.
Hasta el año 1590 fue requerido para participar en asuntos relacionados
con la Universidad , con
cuestiones de las órdenes religiosas (defensa de las monjas del Carmelo y
publicación de las obras de Santa Teresa), y con su propia Orden
(revisión de las cuentas del Provincial de Castilla; redacción de los
estatutos de los religiosos recoletos de San Agustín). En 1591 fue
nombrado vicario provincial de la Orden de San Agustín, cargo que le
obligaba a trasladarse a Madrid. A pesar de ello, continuó unos meses
más en su cátedra salmantina. Asistió al capítulo que los agustinos
celebraron en el convento de Madrigal, donde fue elegido Vicario
General, cargo que no llegó a desempeñar pues murió el 23 de agosto de
ese mismo año.
Fray Luis de León fue un hombre
renacentista, y como tal su cultura abarcaba todos los campos de la
ciencia: matemáticas, física, astronomía, música, derecho, medicina y,
sobre todo, teología. Su interés principal fue el didáctico, el
facilitar el conocimiento de los textos sagrados, sobre el retorno a la veritas hebraica; es decir, recuperar el auténtico texto de la Biblia,
que según él y otros hebraístas destacados de la época había sido, en
determinados casos, mal traducida por San Jerónimo. Por ello, con sus
conocimientos filológicos quiere, como dice en el Cantar de los cantares, "declarar
la corteza de la letra, así llanamente, como si en este libro no
hubiera otro mayor secreto del que muestran aquellas palabras desnudas ... que será solamente declarar el sonido de ellas, y aquello en que está la fuerza de la comparación y el requiebro".
Su función, pues, será doble: la comprensión del sentido del texto
original y la expresión en que ha de explicitar las explicaciones.
Consciente de su labor didáctica, escribe algunos de sus comentarios en
castellano, en una lengua cuidada y conscientemente elaborada:
"...el bien hablar no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice como en la manera como se dice. Y negocio que de las palabras que todos hablan elige las que convienen, y mira el sonido de ellas, y aun cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide, y las compone para que no solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonía y dulzura". Refleja aquí fray Luis el concepto del Renacimiento de elevar la lengua vernácula a la altura de la latina, para lo que diferencia entre la lengua hablada y la escrita, en oposición a Juan de Valdés que en su Diálogo de la lengua afirmaba: "escribo como hablo".
"...el bien hablar no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice como en la manera como se dice. Y negocio que de las palabras que todos hablan elige las que convienen, y mira el sonido de ellas, y aun cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide, y las compone para que no solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonía y dulzura". Refleja aquí fray Luis el concepto del Renacimiento de elevar la lengua vernácula a la altura de la latina, para lo que diferencia entre la lengua hablada y la escrita, en oposición a Juan de Valdés que en su Diálogo de la lengua afirmaba: "escribo como hablo".
Las poesías de fray Luis no fueron
publicadas en vida, aunque envió un códice a don Pedro Portocarrero con
una dedicatoria en la que las considera como "obrecillas, a las cuales me apliqué, más por inclinación de mi estrella, que por juicio o voluntad".
Esta ausencia de impresión o interés por parte del autor en publicarlas
ha creado grandes dificultades a los estudiosos. No poseemos
manuscritos autógrafos de sus poesías, aunque el padre Custodio Vega
afirma que debió de existir un ejemplar preparado por el poeta para la
imprenta.
ODA A LA VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
Fray Luis de León
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