- Lo mismo que un San Jerónimo,
- hueso, pellejo y raigambre,
- llorando estoy en tu puerta
- mis pecados capitales.
- Los siete no..., los catorce,
- que a catorce cientos caben,
- que cada uno de los siete
- que en el catecismo se abren,
- se hicieron siete y setenta,
- y setecientos azares.
- Solo por ti, por el gozo
- pecador de aprisionarte.
- Culpas de soberbia tuve,
- y ahora gozo en confesarte;
- Soberbia... tuve de ti,
- si es pecado, que me manden
- descalzo a Jerusalen,
- que por mucho que me manden,
- la soberbia irá por dentro
- de mis sienes clareándose.
- Que quien una vez te tuvo
- en abandono de sangre,
- poco castigo es que luego
- lo fuercen a condenarse.
- Y avaricia... ¿Quien pensó
- que aquellos jardines reales...
- las magnolias en el pecho
- y la saliva de dátil,
- no tendrían avariento
- jardinero que los guarde...?
- Si hasta para ser avaro,
- ¡Dios me sostenga el aguante!
- avaro fui de la pena
- que un día me regalaste,
- y me clavé los tres clavos
- desde la punta al remache.
- De lujuria, no digamos,
- que es cosa que ha de callarse,
- que pregunten a la alcoba,
- y a las sabanas de enlace
- y a las veinte perinolas
- que estaban almidonándose;
- que ellas dirán lo que fui:
- toro, palomo y arcángel
- entre edredones de plumas
- vencido y de abochornarse.
- Ira tuve contenida;
- ira de ti, ¡Dios me ampare!
- ira de ti, de sentir...
- tu entrega sin entregarte,
- ira de saber que siendo,
- tan valiente... soy cobarde,
- y un día con Dios de espalda
- y tu mentira en la tarde,
- no te agarroté del cuello
- y te estrangulé de balde,
- y aquel pase y después gloria,
- gloria de bandillo y carne.
- Hasta gula profesé,
- yo que soy sobrio de panes,
- que medio sorbo yo bebo
- de vino para hartarme,
- ¡Si aun doy bocados al aire
- porque el manjar de tu cuerpo
- golosamente me sabe!
- Y envidia...
- que fui envidioso de tu vida,
- de tu antes,
- de cuando no estaba yo
- pegado a tus palpitares,
- y a quien me cogió
- la delantera en tu sangre,
- le deseo sinapismos
- de lumbre en los riñonales,
- y si sus señas supiera...
- provincia, ciudad y calle,
- por la envidia que le tengo,
- prendería su linaje
- con tanta pólvora negra
- que ni rastro le quedase.
- ¿Que me falta...?
- si, hasta tuve pereza
- para que no falte el séptimo,
- son sesenta en catecismo de amante
- pereza de no moverme,
- pereza de no dejarte,
- pereza de que se hundieran,
- casa, familia y caudales
- solo por estar contigo,
- pegado, lacre con lacre.
- Siete pecados me cogen
- del pelo a los calcañales.
- Soberbia con avaricia,
- lujuria con ira grande,
- gula y envidia y pereza.
- Y si no fueran bastante,
- los siete parieron siete
- con siete multiplicares.
- Dile que venga a la tuya
- al escribano, al alcalde,
- al sepulturero, a todos
- los que quieran escucharme;
- tengo dentro de las venas
- los pecados capitales
- y busco mi contrición
- algo que de ti me aparte,
- que estoy pasando un infierno
- donde cuando me achicharre,
- los cuatrocientos pecados
- darán la lumbre a tu imagen
- http://desdelalma.net/1/pecados.html
viernes, 31 de marzo de 2017
LOS SIETE PECADOS CAPITALES
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